Llegan las nubes a verter su regalo líquido sobre los campos sembrados, los almendros y los olivos. Que dulce ocupación la de contemplar cómo la naturaleza cumple con su ciclo, poderosa a pesar de la mano del hombre que moldea el paisaje.
Bendito el hombre que se adapta a ella, a la naturaleza y que se siente como un habitante más de ese territorio que llamamos planeta, ni mejor ni peor, sólo diferente.
Pronto se sentirá el repiquetar de las gotas de lluvia y el olor a tierra mojada, sólo cabe esperar que esas gotas sean una bencición del cielo. Alimento para la tierra que desembocará en alimento para el resto de pobladores que vivimos a expensas de ella.
La màgia de la natura que ens regala bellesa i saensacions, acarona els sentits, ens mostra la seva generositat i també el poder que pot desplegar. Els elements li pertanyen.
Flors d'hivern
Posta de sol al carrer del Portal
Petits grans miracles
Branca de l'ametller retallada amb un cel tacat de blanc