El
reposo invernal de frio, niebla y escarcha prepara el camino a una
nueva primavera llena de vitalidad y con energías renovadas.
El ciclo se repite año tras año. Ritual necesario para que uno de paso al otro.
Cuando
miro el primer paisaje no siento melancolía por la primavera pasada ni
la tristeza de lo que hubo y ahora no está. Lo disfruto en el momento en
que se imprime en mi retina y siento la esperanza del porvenir.
Este
pasajero letargo del campo traerá nuevo colores, nueva savia, nuevos
frutos, el olor del tomillo y el romero, y también volverán las oscuras
golondrinas que Becquer evocaba en su poesía, .... siempre vuelven.
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